lunes, 30 de noviembre de 2009

Mariela Muñoz, abrir el juego hacia la igualdad

Por Sabrina Campos

La historia de Mariela Muñoz salió a la luz en Diciembre de 1993 cuando el Juez de Menores de Quilmes, Pedro Entío, decidió anular las partidas de nacimiento de los dos mellizos y la nena que ella criaba desde su nacimiento y que había anotado como propios. Lo que siguió fueron meses en prisión, y una larga recorrida por los medios y juzgados con el único objetivo de lograr un régimen de visitas que le permitiera ver a quienes ella aun hoy considera sus hijos.

En 1997 Muñoz consiguió, en un caso sin precedentes, la identidad femenina luego de que las pericias psicológicas demostraran que su sexo psicológico era femenino desde la infancia y anterior a la intervención quirúrgica que se realizara en Chile en 1981.

El logro no fue sólo a nivel personal, sino que posibilitó un debate más serio y profundo sobre derechos de los homosexuales, travestis y transexuales de forma seria, con el apoyo y reconocimiento de estos por parte de los comunicadores y la opinión pública.
Su historia fue incluso llevada al teatro en Suiza –llamada ¿Qué pasó con Daniela Duñoz?- dirigida por el realizador argentino Marcelo Díaz.

De Los Noventas te invita a recordar su historia, contada por la protagonista.

Boby Goma y Nivel X: dos hitos al precio de uno

Coderas, rodilleras, anteojos grandes y mucho coraje - rozando con la locura -. Todo eso reunía Boby Goma, uno de los personajes que marcaron los comienzos de los 90's a través de éxitos televisivos como Ritmo de la noche y Videomatch.
En 1997, el actor y creador de tan despistado y entrañable personaje, se convirtió en la cara visible del programa que, desde la pantalla del canal de cable argentino Magic Kids, envició a los incipientes gamers de aquellos días: Nivel X.

Lionel Campoy, el hombre detrás de ambos íconos de la década, te habla en esta video-entrevista de una partecita de eso que venís a buscar a este blog... los noventas.


El ganador de los 90

Por Verónica Fernández Ceriani

Es momento de sincronizar los relojes y viajar en el tiempo hacia los años 90 para encontrarnos nada más y nada menos que con Parker Lewis.

El simpático personaje, paradójicamente un ganador total con todas las características de un loser, llegó a la pantalla chica en el año 1990 en Estados Unidos, aunque en la Argentina pudimos conocerlo varios años después, cuando la serie original había dejado de emitirse en su país de origen -1993-. Así fue que entre 1994 y 1996 muchos nos encariñamos con un grupito de adolescentes un poco raros, y un formato de sitcom súper novedoso para la época, gracias al manejo de cámaras, la edición impecable y el aporte de un libreto que rozaba lo surrealista.

El personaje principal, Parker Lloyd Lewis -encarnado por Corin Nemec- , fue uno de los primeros en usar la expresión “nota mental”, y se paseaba por el colegio Santo Domingo luciendo sus infaltables Converse y sus camisas necesariamente grandes y coloridas, siempre inquieto, planeando y fantaseando. Y también siempre secundado por su “pandilla”, integrada por la mole Kubiac, el rockero Mickey Randall y el clásico nerd superdotado Jerry SteinerAbraham Benrubi, Billy Jayne y Troy W. Slaten respectivamente-.


Los pasatiempos preferidos del equipo en cuestión se resumían básicamente en urdir un plan para todo, ya sean misiones o travesuras, poniéndolo en marcha al grito de “sincronicen sus relojes”. Aunque la muletilla por excelencia de Parker, el más cool, el líder, “el ganador” –como se lo presentaba en sus emisiones argentinas- no era otra que “no es problema”, rara vez lograban eludir la eterna vigilancia de Shelly –la hermana menor y maquinadora de Parker, Maia Brewton- y la por siempre premenstrual señorita Musso, directora del colegio –Melanie Chartoff-.

La sitcom, que finalizó luego de tres temporadas y 73 episodios producidos por Columbia Pictures, no llegó a verse ni completa ni cronológicamente en la Argentina, por lo que el rating de la misma comenzó a mermar, sentencia absoluta para ser cancelada. A pesar de haberse alzado con ocho nominaciones en los Young Artist Awards por la actuación de sus protagonistas, ninguno resultó ganador; lo que sí se ganaron fue una canción compuesta por Fall out boy, incluida en el primer álbum de la banda e inspirada en la serie.

Por supuesto, todavía hoy muchos la extrañamos, y en la web pueden encontrarse dando vueltas algunas peticiones para que la compañía productora lance la colección completa de DVDs de Parker Lewis can’t lose. Con una mano en el corazón… si la recordás, ¡no nos digas que no la comprarías!


lunes, 23 de noviembre de 2009

Lust for life

Por Julieta Roffo


"Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un puto televisor grande, elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas que hagan juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige el bricolage y preguntarte quién carajo eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver teleconcursos que emboban la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida. ¿Pero por qué iba yo a querer hacer algo así?. Yo elegí no elegir la vida. Yo elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. Quién necesita razones cuando tienes heroína...".

Todo eso, en un inglés británico que no tiene nada que ver con el de Hugh Grant, declara Mark Renton mientras escapa junto a uno de sus amigos por las calles de la Edimburgo (Escocia). La banda sonora de la huida: Lust for life, compuesta por Iggy Pop y David Bowie. Así empieza Trainspotting, una de las películas más emblemáticas de los 90's.

Dirigida por el inglés Danny Boyle (Slumdog Millionaire, La Playa), la película está basada en la novela homónima de Irvine Welsh, que le valió críticas como "Merece vender más ejemplares que la Biblia" en la revista escocesa Rebel Inc. o "Una novela que es el equivalente literario de una bomba de hidrógeno" en The big spoon.

En el cine, se estrenó en
1996, planteando la historia de un grupo de amigos heroinómanos que, en una ciudad plagada de desempleo, prostitución y sobre todo sida, sólo se preocupan por conseguir sus drogas, descreen absolutamente del futuro y se niegan a caer en las problemáticas masivas del mundo que los rodea - y con el que se enfrentan, aunque sea por omisión -.


La filosofía de su vida, repleta de trenes, botellas, mujeres, fútbol y agujas, y resumida a la perfección en las palabras del personaje de Ewan McGregor, es el eje de una historia en la que la crudeza tanto visual como en los diálogos no se hace esperar.


Una de las novedades de la película, cuyo nombre tiene que ver por un lado con el hábito de sentarse a ver los trenes pasar y por otro con la búsqueda de una vena apta para la inyección, fue que el enfoque se situó en la visión del adicto, y no en la típica visión de la sociedad hacia él. Para eso, la desesperación por encontrar una dosis o los efectos inmediatos de la droga recién ingresada al torrente sanguíneo fueron narrados en escenas que han quedado plasmadas en la historia del cine, siempre acompañadas de una banda sonora lujosísima que incluyó a Bowie, Pop, Lou Reed, Brian Eno, Pulp, Blur, Underworld y Joy Division, entre otros.


Apenas estrenada la película, que fue promocionada mediante volantes y con carteles de cada uno de los personajes
(Renton, Begbie, Spud y Sick Boy son los principales), la polémica no tardó en llegar: se dijo principalmente que fomentaba el uso de drogas entre los más jóvenes.


La estética y la temática del film lo situaron rápidamente entre las películas británicas más aclamadas de todos los tiempos, y lo convirtieron en una obra de culto, más allá de la década del 90.

Es que el secreto de Trainspotting no es descubrir un mundo nuevo, ni contar una historia completamente desconocida. Sino mostrar lo que pasa todos los días, en todos lados, lo que está ahí, pero no queremos ver. En un par de oraciones, en menos de dos minutos, el paradigma habitual - y conveniente - se derriba y entonces hay que poner atención, aunque sea por un rato, en lo que está más allá de la agenda.


Ahora sí, para que no te quedes con las ganas:

La novela se baja de acá; la banda sonora de acá (Vol. 1) y de acá (Vol. 2). Y, la frutilla del postre, la película bajala de acá (y ponele subtítulos, claro).




EL CHICO BUENO CONTRA EL CHICO MALO

Por Claudio Pronesti


RITMO DE LA NOCHE Vs HACELO POR MI


A principios de los noventas, cuando estar por Juntos por Telefé era muy bueno y el Canal 9 de la palomita del Zar Alejandro Romay era todavía uno de los “grandes” de la televisión argenta, dos jóvenes tan distintos como magnéticos se debatía a duelo durante seis de los siete días televisivos de la semana.


Parados desde un comienzo en las antípodas, Marcelo Tinelli y Mario Pergolini nunca se quisieron demasiado. Un poco por ser distintos entre si, y mucho también por ser ambos funcionales a una polémica que los beneficiaba a los dos, durante aquellos tiempos – y aun hoy – el chico bueno del canal de las pelotas, y el rebelde de la pantalla del 9, comenzaron uno de los duelos mas famosos de la historia de la televisión argentina.

De un lado, Tinelli encarnaba al gomazo familiero querido por las madres y amigo de las buenas costumbres que aún perduraban de los años ochenta: era el “niño bueno” de la televisión, y de la mano de su “Ritmo de la Noche”, acaparaba el rating de la noche de los domingos, luchando mano a mano por el liderazgo de la pantalla contra el tanque de Canal 13, “Fútbol de Primera”, que por aquellos años gozaba de la libertad de “secuestrar los goles hasta los domingos hasta las 22 horas”, tal como rezó la presidenta Cristina Fernánndez de Kirchner cuando dictaminó el “Futbol para Todos” de estos tiempos.

Por su ciclo, pasaron artistas de la talla de Xuxa, Ricardo Montaner, Luis Miguel, el “Puma” José Luis Rodríiguez y todo tipo de estrellas melódicas de la época, aunque también fueron participes Charly Garcia, Mercedes Sosa, Gustavo Cerati y hasta los internacionales Boy George y los Duran Duran.

Entre los hitos del programa se recuerdan la visita del por entonces joven e ignoto Ricky Martin, quien debuto en los escenarios argentinos en el programa del cabezón más famoso y la caótica actuación de POISON, destrucción de la escenografía mediante.
Del otro, Pergolini encarnaba al chico malo, el rebelde al que todas las madres querían lejos de los dormitorios de sus hijas. Parado en la vereda rocker de los domingos, desde su “Hacelo x Mí” sonaban bandas del rock argentino como ATTAQUE 77 (quien dio nombre al programa con su tema homónimo), aunque nadie olvida la visita de ROXETTE.




Casi veinte años después, y lejos de aquellas noches de domingo que servían de bonus track para que ambos – sobre todo Mario – desplegaran toda su verba contra el otro más allá del debate que de lunes a viernes sostenían desde “VideoMatch” y “La TV Ataca” (noventosos, estos ciclos quedan para otro posteo, tranquilos), tanto uno como el otro se transformaron en exitosos empresarios de la televisión.

Tinelli sigue liderando la pantalla con todo tipo de formatos que incluyen baile, canto, enanos, niños y demás, en tanto que Pergolini eligió retirarse en 2008 de la televisión tras varias temporadas al frente de “Caiga Quien Caiga” para dedicarse a su verdadera pasión, la radio. Sin embargo, cada tanto se siguen cruzando en duelos verbales que alimentan la vieja pelea del chico malo versus el chico bueno. Aquí, algunas muestras…….que lo disfruten.






domingo, 22 de noviembre de 2009

Lo que viene en De Los Noventas

Esta semana no te pierdas la cobertura especial de la vuelta de Vilma Palma e Vampiros.
El retorno de un clásico de nuestra década, en el Blog más Noventos de todos!
Y para ir poniéndonos a tono, les dejamos uno de los mayores éxitos de la banda: Auto Rojo.


viernes, 20 de noviembre de 2009

¿Qué vamos a hacer esta noche Cerebro? Lo mismo que todas las noches Pinky, tratar de conquistar al mundo

Por Sabrina Campos

Dos ratones.
Dos ratones albinos.
Dos ratones albinos genéticamente modificados.
Dos ratones albinos genéticamente modificados que intentan conquistar al mundo.

No hace falta decir más para que cualquier noventoso de ley sepa que estamos hablando de Pinky y Cerebro.


Todos los sábados me levantaba a media mañana, me hacía la leche y con la tele fija en Cartoon Network, quedaba hipnotizada durante casi media hora con los planes estrambóticos que Cerebro elucubraba y que Pinky seguía sin entender demasiado porqué. Recuerdo que mi mamá también los miraba con interés y ahora puedo entender porqué.


Lejos de ser sólo un dibujito para chicos, Pinky y Cerebro mezclaba el humor efectista de la comedia de enredos en las que todo sale (siempre) mal, con diálogos sólidos, repletos de sarcasmo e ironías, con participaciones especiales y reminicencias a películas. Esos guiños que sólo un público con años de carrera agarra al vuelo.

La serie producida por Steven Spielberg junto a Warner Animation, se independizó de la histriónica Animaniacs en 1995 y conquistó al mundo con estos dos ratones que desde una jaula situada en los laboratorios ACME trataban de alcanzar justamente ese cometido. La recepción del público fue inmediata y la crítica los acompañó incluso otorgándoles el Emmy a Mejor Serie Animada en 1999.

Cerebro era genio detrás de los planes maquiavélicos , el que con su cola zigzagueante abría la puerta para ir a jugar al mini teg roedor que re -comenzaban todas las noches. Con su tono grave inspirado en la inconfundible voz de Orson Wells emprendía su propia guerra de los mundos antes de cada amanecer.




La pareja despareja se completaba con Pinky, también alterado genéticamente pero con resultados al menos llamativos. Era torpe, un poco tonto y bastante loco, pero siempre se lo veía disfrutando y pasándola bien en los 22 minutos que duraba cada capítulo, aunque Cerebro se encargara de maltratarlo, desmerecerlo y culparlo de todos sus fracasos. "Narf", una de las tantas palabras inexistentes que decía Pinky, quedará siempre en la memoria de todos sus seguidores.


Participaciones memorables

Si bien las 65 emisiones de la serie son excelentes, cabe destacar algunos capítulos que contaron con participaciones especiales.
Uno de los mejores es, sin duda, cuando los ratones conocen a Los Beatles, titulado "All you need is Narf", jugando claramente con uno de los más conocidos temas de la banda (All you need is love) y la palabra inventada que Pinky repetía hasta el cansancio.

En este episodio los ratones viajan a la India para recolectar sándalo, que era un ingrediente escencial de otro de sus planes para tratar de conquistar al mundo. En medio del viaje, se dan cuenta de que los hindúes confunden a Pinky con el Mous-arishi (en referencia all Maharishi Mahesh Yogi hindú) y comienzan a idolatrarlo cual vaca sagrada. Atraídos por la figura del ratón, llega a la India un cuarteto de jóvenes llamado Los Feebles, quienes finalmente se hacen amigos de Pinky y éste deja a un lado el plan de conquista para pasar más tiempo con ellos.




En lo que a mi respecta, la joyita de este episodio es la estrategia que lleva adelante Cerebro para sacarse del medio a los Feebles y retomar el plan. Luego de conocer a una seguidora oriental del grupo, se la presenta a uno de sus integrantes, Jim Lemmon, quien se enamora perdidamente de ella. El amor entre Lemmon y Yoyo Nono (¿hace falta explicar algo al respecto?) termina por separar al grupo. Y lo que parecía un triunfo de los ratones en su carrera de dominio mundial, resulta ser otro fracaso cuando las fanáticas de Los Feebles los persiguen enfurecidas culpándolos por la separación.

En otra oportunidad, los ratones viajan a Smallvile y encuentran un mini cohete que acunaba ni más ni menos que al mismísimo Superman bebé. ¿Cómo no pensar en tratar de conquistar al mundo con la ayuda del super hombre?

Godzilla, el famoso monstruo japonés, es utilizado por Cerebro como un disfraz perfecto para destruir el mundo, sin éxito, claro está.

También podemos encontrar referencias a la figura de Napoleón en el personaje de Cerebro, que se hacen claras como el agua en un capítulo llamado "Napoleón Brainaparte".

Finalmente, y porque sólo podemos mencionar algunos episodios, los fanáticos de Star Trek pudieron relamerse con Cerebro recitando "Where no mouse has gone before", cual William Shatner -o el Capitán Kirk- abordándo un Enterprise que se alejaba lentamente en pantalla.

En definitiva, y como decía la canción central de la serie: Antes del amanecer desarrollarán su plan y cuando salga el sol, el mundo conquistarán. Son Pinki, son Pinky, son Pinky y Cerebro bro, bro, bro, bro bro....

lunes, 16 de noviembre de 2009

Nuevos y efímeros radicales

Por Verónica Fernández Ceriani

No, no se trató de una agrupación política, aunque en sus letras se reflejaban críticas sociales y en especial contra las corporaciones. New radicals (Nuevos radicales) fue una banda que surgió en 1998, encabezada -y básicamente conformada completamente- por el cantante, productor y compositor Gregg Alexander. Los demás miembros nunca fueron estables y por los escenarios en los que se presentaban desfilaron infinidad de guitarristas, bateros, bajistas y tecladistas. La formación con la que se grabó su primer y único disco, Maybe you’ve been brainwashed too (Tal vez a vos también te lavaron el cerebro), estaba integrada por Paolo Degregorio (guitarra y sintetizador); Allessandro Allessandroni (cuerdas); Greg Phillinganes, Richard Knowles, Paul Gordon, Mitch Kaplan (piano); John Pierce, Lance Morrison, Dan Rothchild (bajo); John Freese, Gary Fergusson, Josh Freese, Stuart Johnson, Tal Bergman, Matt Laug (batería); Juliet Prater, Richie Podler, Lenny Castro (percusión) y Danielle Brisebois (coros).



Como un nuevo ejemplar de one hit wonder, New radicals saltó a la fama con el tema You get what you give (Obtenés lo que das), que entre otras cosas llamaba a los adolescentes a tener un sueño, criticaba al capitalismo y les pegaba palos a músicos como Courtney Love, Marilyn Manson, Beck y Hanson, acusándolos de personajes marketineros y comerciales, y amenazándolos con “patearles el culo”. El éxito de You get what you give llevó a New radicals a la cima de los charts mundiales y a hacer tours por Estados Unidos y Europa. El tema Someday we’ll know fue el siguiente paso de un camino que ya había llegado a su fin, ya que New radicals dejó de existir justo después de rodar el video para este segundo single.








Fue menos de un año después del lanzamiento de la banda. Dejando a sus fans con una pobre colección de un único CD –claro, en los 90 no existían tantos DVD musicales con conciertos, videos y backstages para rellenar las estanterías-, Alexander decidió separarse del grupo, lo que era lo mismo que disolverlo, ya que New radicals era él. Así se hicieron realidad los rumores que hablaban de la separación después de algunos conciertos cancelados en Atlanta –Estados Unidos- y en Reino Unido. El bajo perfil y la personalidad tímida y sosegada de Alexander fueron las características por las que, dijo, no aguantó el ritmo de las giras, ni dormir tres horas en una cama distinta cada noche, ni el acoso de la prensa. New radicals fue el segundo intento del cantante de subirse a los escenarios y a la fama, pero al igual que la primera vez – seis años atrás como solista– no pudo contra la vorágine del protagonismo musical y decidió dedicarse de lleno a la producción y composición para otros artistas.


Así fue que Gregg Alexander se quedó oficialmente pelado –rasgo que para la época de New radicals se había acentuado profundamente contrastando con la melenita de 1992-, y acompañó desde su estudio a artistas como Santana, Sophie Ellis Bextor, Rod Stewart, Boyzone y Geri Halliwell. Su talento musical lo ayudó a cruzar fronteras idiomáticas y a trabajar también junto a muchos artistas españoles. El más conocido fue Enrique Iglesias, para quien compuso y produjo en su disco Seven. Para muchos de estos trabajos, el ex líder de New radicals dejó de lado su nombre artístico número uno y adoptó el seudónimo Alex Ander para alejarse todavía más de los googleos y permanecer en el anonimato.

Hoy es un misterio dónde está y qué está haciendo Gregg Alexander, o Alex Ander, o Gregory Aiuto –tal como lo bautizaron sus padres en 1970-. Hasta hace tres años el compositor tenía una página web para mostrar e informar sobre sus trabajos, pero ya no existe. Ni hablar de Twitter, Facebook o MySpace, en los que solo pueden encontrarse tributos de fans, páginas que se preguntan “¿Dónde está Gregg Alexander?” o sitios de seguidores del artista, cuyas últimas actualizaciones, en su mayoría, datan de 2007. Sin embargo, el legado que dejó New radicals, un solo tema, You get what you give, todavía sigue vigente musicalizando películas y publicidades. El ejemplo más reciente fue en Argentina, cuando no parábamos de escucharlo en cada promo de la marca de telefonía celular Movistar, durante 2008 y parte de este año.



miércoles, 4 de noviembre de 2009

ABARAJAME ESTA BANDA NENA

Por Claudio Sebastian Pronesti
La escena es la siguiente: son las siete de la mañana, estoy en la puerta del colegio secundario y faltan apenas minutos para entrar a otra dura jornada de segundo año en el “Remedios de Escalada de San Martín” del barrio de Flores. Mi amigo Paulo llega con sus auriculares puestos y mientras pega saltos – sí, eso no era caminar gente, eran saltos – alcanzo a escuchar algo de lo que viene murmurando, inentendible, raro, pero sin dudas lo suficientemente excéntrico como para llamar mi atención.

“Abarajame en la bañera, abarajame en la bañera”, ¿lo que?, “te digo y te repito, conmigo no te metas, mi click está creciendo alrededor del planeta, abarajame en la bañera, abarajame en la bañera nena”. Ah no no, este pibe se dio vuelta o está siendo víctima de una posesión no digo demoníaca, pero por ahí anda.


“Es Ilya Kuryaki & The Valderramas”, responde a mi pregunta sobre quienes eran esos que desde su walkman hacían agudizar mi oído más de lo normal, y sin darme cuenta, desde ese momento fui uno más de la tribu que daba saltos por la calle y movía sus manos como repartiendo cartas en el aire. CHACO (1995), tercer álbum de la banda integrada por Dante Spinetta (voz y guitarra) y Emmanuel Horvilleur, fue el punto de quiebre para este dúo de soul, funk, música alternativa o rock fusión (recibieron todas esas denominaciones) que durante la primera mitad de los noventas se animó a innovar a través de una estética particular, tan ajena al típico rocker argentino.

VERSUS (1997) trajo nuevas letras y un sonido más pop que la placa anterior, y canciones como “Jugo”, “Expedición al Klama Hama” o “Discovery Buda” no tardaron mucho en copar los ranking de las principales radios. Atrás habían quedado los poco difundidos FABRICO CUERO (1991), y HORNO PARA CALENTAR LOS MARES (1993), aunque de “FABRICIO…” el tiempo se encargó de rescatar otro hit, “Es tuya Juan”.

Dos años después, LECHE (1999) fue quizás su último trabajo en estudio que supo mantener la impronta de aquellos chicos que a comienzos de la década abarajaban sus manos y hacían saltar gente por las calles a las siete de la mañana. “Latin Geisha”, primer corte de difusión de la placa, marcó el último eslabón en la cadena de rock y raros peinados nuevos que los Kuryaki había impuesto años atrás.

Antes de la separación del grupo tras 11 años juntos, hubo un disco más: KURYAKISTAN (2001), con algunas reversiones de los mejores temas. Tiempo después, Emmanuel Hourviller logró imponerse como solista inclinándose por el pop, mientras que Dante Spinetta sigue en la rama experimental, aunque mechando algunas participaciones en discos de otros artistas, tal como lo hizo con Julieta Venegas.

La escena es la siguiente: es 1995 otra vez, son las 14 horas de un día cualquiera, y mientras mi amigo se va saltando con su walkman puesto, yo encaró hacia el Musimundo más cercano y adquiero - por una módica suma – mi primer disco de los Kuryaki. Ya nadie podrá decir que no sé mover mis brazos.